por favor, no digas nada, pero cada vez que me miras...
me mareo.
y si me hablas de ansias, créeme, recaigo.
el frío cala hondo y el viento sopla con fuerza, así que,
murmúrame y sobresáltame, porque yo ya no estoy segura de nada.
cuando vienes me haces sentir como una drogadicta, esperando mi inyección,
convenciéndome a mí misma
de que no me convienes.
pero tú apareces y desapareces y hablas de ganas y de alcohol.
y sonríes suave,
y vuelves a desaparecer
en una ciudad
inconsciente.
(como descargas eléctricas en el alma)